Notas sobre la fauna ibérica
El terror de la pradera
... entre las cárcavas recónditas de la serranía de Cuenca se encuentran esos simpáticos animalejos típicos de nuestra fauna ibérica... (Félix Rodriguez del Grifo).
Como mínimo, muchachos, el asunto es digno de estudio y reflexión. Yo os lo voy a contar y después me escribis y me decís si estais de acuerdo.
Tu entras en el garito de todos los viernes noche. Vas con tus amigotes, bien vestido, bien afeitado, te sientes seguro de tí mismo. Vamos, que no hay quien se te resista, al menos moral no te falta. Miras al gorila de la entrada, abres la puerta, avanzas dos pasos, te detienes y echas una ojeada; tanteas el terreno, veamos como está el panorama.
Bien,
parece que empezamos regular. Una manada de buitres ibéricos se han percatado
de tu presencia y te miran con rostro desafiante desde el fondo sur del establecimiento.
Tampoco es algo alarmante, de cualquier manera ellos también son parte
de la fauna autóctona. En uno de los flancos, otro típico ejemplar
de estos lares desarrolla su ritual de apareamiento: es un ejemplar macho del
pesao de la pradera. Puedes percibir como tiene arrinconadas a su víctimas
entre la pared y la máquina de tabaco. Su extraordinaria habilidad desarrollada
con esfuerzo y perfeccionada con los años (sobre todo en las fiestas
de colegios mayores y despedidas de soltero) le ha valido para que, sin que
apenas lo perciban sus víctimas, pueda aplicar su técnica de acoso
y derribo de la hembra ibérica sobre tres, cuatro y hasta cinco de ellas
simultáneamente.
En el otro flanco del terreno,
otra especie autóctona de éste hábitat: el lechuzo.
Con su codo apoyado en la barra, en la otra mano un JB con coca, su rostro serio
y su mirada fija y penetrante, el lechuzo no pestañea; sólamente
observa con atención los movimientos de sus posibles víctimas
esperando el momento oportuno. El lechuzo es un ejemplar dotado de una excepcional
paciencia. Puede
pasarse horas con su JB en la mano impasible, sin mover un sólo músculo
con el único propósito de no alertar a la víctima a la
que acecha. Y cuando ésta, en un descuido, pasa a su lado sin advertir
su presencia, el lechuzo, cual hábil rapiña, aprovecha la oportunidad
que ha estado anhelando toda la noche: "¿tienes fuego?" - pregunta. Y ella,
inconsciente del peligro que le acecha, saca un mechero del bolso mientras el
lechuzo recorre toda la anatomía de su cuerpo con la mirada con tal intensidad
que el débil cuerpo de la hembra iberica no es capaz de soportar y que,
irremediablemente, se consume y se volatiliza ante las altas temperaturas que
debe soportar. Una vez más el lechuzo a podido con su presa.
Una vez estudiada la competencia nos centraremos en las víctimas. Es habitual en este hábitat típico de nuestra geografía, ver pequeños grupos de ejemplares de la cotorra ibérica; normalmente ataviadas con pantalones 3 tallas menores de la que deberían usar y que suelen emitir un sonido característico cuando se encuentran inmersas en este tipo de tareas sociales. Se trata de un sonido estridente que se asemeja al de la gallina salvaje del Amazonas, que puede oirse hasta en el más recóndito lugar de la pradera y que advierte al macho ibérico que está apta para la cópula. Aunque la cotorra actúa en manadas y utiliza hábiles tretas de seducción, como la danza del "movimiento sesi", para llamar la atención del macho ibérico, raras veces tiene éxito en sus propósitos.
Totá. Que en cualquier momento se te acerca un sujeto espontáneo con los párpados caidos hasta media altura del ojo, con los botones de la camisa desabrochados, una cerveza derramada por el pantalón, los pelos distribuidos aleatoriamente por la quijotera y, con voz tenue y la cabeza inclinada hacia delante, te dice: "¿Tienes papel?". Vamos, no me jj... Yo aquí estudiando la estrategia y se me arrima el menda este a pedirme papel, ahora. "¿Que si tengo papel?", le digo. "¿Que si tengo papel?!!" ... "¡Tengo papel pa tostá una vaca!" "Ale chaval, ahora vas y lo cascas" Ya me he desconcentrado, ya he perdido el objetivo. Pero lo peor está aún por venir.
Lo habitual es encontrarte con uno de esos individuos amistosos que esta noche se encuentran especialmente comunicativos. Te echan la mano por encima del hombro y comienzan a contarte su vida. Y tu ahí, sonriendo, aguantando el tipo, no es plan de mandarlo a freir monas. Tu sabes que el sujeto habla, pero no entiendes lo que dice. Y él habla.... y habla... y sigue hablando. Con una mano te sujeta el hombro para que no escapes y con la otra gesticula alegremente para que no se acerque nadie a rescatarte. En momentos angustiosos como este es cuando se puede comprobar cuales son las verdaderas amistades. Si, porque tus amigotes aprovechan que estas fuera de combate para lanzarse ellos solos a la aventura, dejándote abandonado en esa trampa sin posibilidad de escapar.
Al cabo de 2 horas y 38 minutos, el individuo que te sujetaba el hombro por fin te suelta. Que alivio, dios mio. Pero en ese momento te das cuenta de que te ha soltado porque han apagado la música y están evacuando al personal civil del recinto. Se acabó la noche. Bueno, otra noche será. No siempre se puede ser un ligón. Yo me voy con la conciencia tranquila. He hecho lo que he podido. Creo...
Agradecimientos
Han colobarado en el desarrollo de este estudio:
El tortugo, el Juanho, Silvestre Estalone, El Fari, Pedro Bello, Carpanta (sigue pasando hambre), Julito, Paquito y el hombre ese de gafas que salía siempre en los anuncios de detergentes y que no se le ha vuelto a ver el pelo (por qué será!).
Y especialmente quiero agradecer la atención prestada por las siguientes personas y entidades:
El gorila del bar, por no echarnos.
Un tio sin afeitar que había el otro día a la puerta de un bar tocando la guitarra y cantando una canción de Alejandro Sanz que no nos pegó, a pesar de que nos reimos un ratillo con el (no de el) por el aspecto hippy que lucía.
Organización para la conservación y protección del buitre ibérico por prestarnos un ejemplar de buitre para soltarlo en el bar y estudiar su reacción en su hábitat natural.
Uma Thurman, que estaba allí también... y nos saludó y todo. Bueno, a lo mejor no era Uma pero se parecía un puñao.
Segundas partes nunca fueron buenas, pero la primera tampoco lo fué.
Por favó, visita la segunda parte de la fauna ibérica pinchando en el cachirulo este de arriba.